La gráfica de abajo identifica el promedio del desempeño de la empresa en el conjunto de habilidades que contribuyen a la Imparcialidad. Éstas consisten en equidad, imparcialidad y justicia, y representan el tercer elemento que contribuye a la confianza en el ambiente de trabajo.
El sentido de equidad es analizado a través de un trato igualitario hacia todas las personas, en la distribución de compensaciones tangibles e intangibles.
La imparcialidad indica un mayor profesionalismo en la toma de decisiones de la empresa, ya que favorece los aspectos profesionales y no los personales. Es demostrada a través de actitudes que evitan el proteccionismo en contrataciones y ascensos, y politiquería en el espacio de trabajo. Las acciones imparciales reflejan una característica humana en las interacciones interpersonales que ocurren dentro del ambiente de trabajo.
La justicia en términos del trato indica ausencia de discriminación de cualquier tipo hacia segmentos de empleados específicos por características físicas como edad, género, grupo étnico, o discapacidad o de otros tipos como es la orientación sexual.
Asegurar que a las personas se les pague adecuadamente por el trabajo que hacen y ofrecer una participación justa en las ganancias o utilidades, es un reflejo del equilibrio con el cual las personas son tratadas dentro de la organización. Remuneración y participación justa en las ganancias son una muestra del valor fundamental que debe haber en la empresa.
El mecanismo que asegura que todas las personas tengan la oportunidad de recibir un reconocimiento especial refuerza la noción de que todas las contribuciones son merecedoras de reconocimiento.
Tratar bien a todas las personas, independientemente de su posición demuestra que la empresa valora a todas las personas, y que la contribución del trabajo de cada uno es importante para el logro de los objetivos globales.
A los empleados les gusta saber que los ascensos son dados a las personas que realmente más los merecen, asegurando, de esta forma, que las decisiones son tomadas con honestidad, y que pueden esperar un reconocimiento justo por sus logros.
Los jefes que evitan el favoritismo, protegen el sentido de imparcialidad en el ambiente de trabajo, y motivan a su personal diciéndoles que todos tienen una oportunidad de contribuir y de alcanzar el éxito.
Los jefes que evitan la politiquería como una forma de conseguir las cosas, incentivan al equipo a cooperar, y merecen la confianza de sus empleados.
La ausencia de discriminación se percibe cuando los jefes tratan bien a las personas independientemente de sus características personales (edad, raza o grupo étnico, género, orientación sexual). La ausencia de discriminación es un elemento esencial para crear un buen ambiente, motivando a las personas a sentirse capaces de generar resultados por sus propios méritos, a trabajar en grupo y a cooperar unos con otros.
Como un soporte para asegurar la imparcialidad se crean mecanismos de apelación, es decir, que cuando los empleados perciben que son tratados injustamente, serán escuchados y obtendrán justicia. A través de un proceso efectivo para atender reclamos, se crea una base de confianza para ambos, empleados y empresa, cuando se presenten casos de tratos injustos.